Tras las protestas pacíficas del 11 de julio de 2021, muchos líderes religiosos cubanos y miembros de comunidades de fe se han unido a la mayor ola de emigración en curso, desde el comienzo de la Revolución Cubana en 1959.
El gobierno cubano exige que todos los grupos y asociaciones religiosas obtengan el registro legal del Ministerio de Justicia, pero este organizmo les hace casi imposible obtener dicho registro. Desde la Revolución, el gobierno ha otorgado estatus legal a solo un puñado de grupos, y ha despojado de su estatus legal a algunos que tenían una presencia legalmente reconocida en la isla antes de 1959. Como resultado, la gran mayoría de los grupos religiosos que no tenían presencia legal en la isla antes de 1959 existen al margen de la ley, lo que los convierte automáticamente en objeto de discriminación y hostigamiento.
En los últimos dos años, Cuba ha enviado a cientos de disidentes a prisión, donde los guardias a menudo utilizan su fe como punto de presión para aquellos que tienen creencias religiosas. El gobierno viola regularmente las Reglas de Nelson Mandela, negándose a permitir que los presos políticos reciban visitas religiosas, posean materiales religiosos o participen en servicios religiosos dentro de las prisiones. La fe ó religión de los presos políticos es ridiculizada públicamente con regularidad. Entre el creciente número de presos políticos se encuentran líderes de grupos religiosos no registrados.
Un ejemplo es el de Lorenzo Rosales Fajardo, pastor de la iglesia no registrada Monte de Sion en Palma Soriano, quien fue sentenciado a siete años de prisión luego de protestar pacíficamente el 11 de julio. El pastor ahora ha pasado dos años en prisión donde ha sido sometido a un trato inhumano que incluye palizas y ha sido puesto en una celda de castigo durante días después de negarse a dejar de compartir su fe dentro de la prisión. Ha sido señalado para ser constantemente humillado, esto sifnifica que en cualquier momento los guardias de la prisión pueden denigrar verbalmente sus creencias religiosas. Fuera de la prisión, su esposa Maridilegnis Carballo perdió su trabajo como juez porque estaba casada con un pastor de una iglesia no registrada.
Otro ejemplo es el de Loreto Hernández García y su esposa Donaida Pérez Paseiro, ambos líderes de la Asociación de Yorubas Libres, un grupo religioso afrocubano independiente. Ambos fueron encarcelados tras las protestas del 11 de julio y están recluidos en una prisión de máxima seguridad desde entonces. Al Sr. Hernández García se le ha negado repetidamente tratamiento médico crítico y ha sido golpeado. Su hermano, Jorge Luis García Pérez, ex preso político, le dijo a CSW que los guardias de la prisión ridiculizan e insultan regularmente al Sr. Hernández García, debido a sus creencias religiosas.
Cifras de la represión
Entre enero y diciembre de 2022, CSW registró 657 casos directamente relacionados con violaciones de la libertad de religión o creencias (LdRC). Dentro de estos casos, los cristianos protestantes y los católicos romanos reportaron la mayoría de los incidentes de cualquier grupo religioso.
El 77% de los casos denunciados se relacionan con el arresto arbitrario de mujeres católicas Romanas, -la mayoría de las cuales son disidentes o están relacionadas con presos políticos- para impedirles asistir a los servicios religiosos. A menudo, las víctimas sufren varias violaciones, como ser encerradas y esposadas durante varias horas en una patrulla bajo el sol; estar recluidas en una celda durante ocho horas sin lugar para sentarse o acostarse; y ser liberadas en lugares remotos para obligarlas a caminar durante varias horas para llegar a casa. Los feligreses normalmente reciben multas de hasta $ 5 dólares estadounidenses en un país donde el salario mínimo es de aproximadamente $ 42 dólares estadounidenses por mes. Durante los arrestos, las víctimas son golpeadas, maltratadas psicológicamente y arrastradas violentamente a las patrullas. A veces incluso son objeto de “actos de repudio”, una forma de humillación pública, orquestada por el régimen y llevada a cabo por turbas progubernamentales.
El otro 23% de las violaciones incluyen hostigamiento, confiscación de bienes y materiales religiosos, denegación de visas religiosas, regulación de viajes al extranjero, discriminación contra adultos y niños, multas económicas, abuso físico, vandalismo, amenazas y violencia dentro de las prisiones y negación de la servicios vitales mínimos a los reclusos con antecedentes religiosos.
En el contexto de injusticias y creciente número de violaciones graves de la LdRB, los líderes religiosos, desgastados por el acoso constante contra ellos y sus familias, se han sumado a las miles de personas que se exilian. En algunos casos, el gobierno levantó temporalmente las restricciones de viaje impuestas a un líder religioso específico o un defensor de LdRC con la condición de que la persona nunca regresara a Cuba. En al menos un caso, un defensor de la LdRC fue despojado de su ciudadanía antes de exiliarse.
El exilio no siempre significa libertad
Un defensor de FoRB le dijo a CSW que el trauma del acoso constante durante un período de seis meses continúa afectándolo a él y a su familia, hasta el punto de que no quiere asociarse con ningún cubano por temor a que pueda ser un espía. Este es un sentimiento común entre los cubanos exiliados, porque los agentes de la Seguridad del Estado se infiltran activamente en las comunidades de exiliados, monitoreando e informando al gobierno cubano de las actividades de los exiliados en sus nuevos países de asilo.
Según el Centro para la Democracia en las Américas (CDA), en el año fiscal 2022 llegaron a Estados Unidos casi 178 000 cubanos, y se cree que más de 300 000 han salido del país desde el 11 de julio de 2021. La cifra supera los récords combinados de el éxodo del Mariel en 1980 y la ‘Crisis de Balsero’ de 1994, las dos mayores oleadas de emigración desde Cuba en el siglo XX. Si bien los disidentes, activistas y líderes religiosos forman parte de este éxodo, la gran mayoría son cubanos comunes que, tras la represión del 11 de julio y la imposición de una legislación aún más dura, no ven futuro para ellos en Cuba.
El déficit migratorio acumulado desde el inicio de la Revolución Cubana en 1959 hasta 2015 indica que el 12% de la población ha migrado durante este período; es decir, uno de cada ocho cubanos ha optado por salir físicamente del territorio cubano, aunque muchas veces no logran dejar atrás los horrores que han vivido.
Según el periodista y autor cubano Yoel Suárez, “el futuro de Cuba bajo el socialismo no ha sido ni siquiera de supervivencia, sino de “subvivencia”; una vida por debajo de lo humanamente libre y productivo… La partida de los artistas, músicos, poetas, novelistas, escritores, escultores, filósofos, pintores tiene mayor visibilidad mediática, sin embargo, hay una filtración de la que nadie habla; la de los cubanos con oficios cardinales para el funcionamiento de una sociedad. Ebanistas, albañiles, fontaneros, torneros, gente sencilla y esencial que calibra sus sueños hacia el norte de la libertad”.
Esta semana, CSW contará las historias de algunos de los que han huido de Cuba desde las protestas del 11 de julio en nuestra nueva serie ‘Al Exilio’. Suscríbete abajo para recibirlos todos.