Cada domingo, entre las 12:30pm y las 13:00pm, Berta Soler Fernández se alista. Ella y su marido, Ángel Moya Acosta, salen de su casa, un edificio cuadrado de dos pisos pintado de rojo, con un porche verde claro. Tienen la intención de dirigirse a una iglesia católica romana en la sección Miramar de La Habana, Cuba. La iglesia lleva el nombre de Santa Rita de Casia, la santa patrona de los casos desesperados, del abuso, de la pérdida, de la paz, y de las causas perdidas. Asistirán a misa y ofrecerán sus oraciones.
Berta está vestida toda de blanco.
Cada domingo, entre las 12:30pm y las 13:00pm, Berta y Ángel abren la puerta de su casa y son recibidos por oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y agentes del Departamento de Seguridad del Estado (DSE). Multitudes de paramilitares, algunos con carteles con mensajes ofensivos e insultantes, sostienen teléfonos móviles mientras graban los movimientos de la pareja. Los dos son obligados a subir a coches del DSE con matrícula privada y, en lugar de ir a misa, los llevan a una comisaría de la PNR. Les ordenan que se sometan a un examen médico invasivo. Se niegan porque no han pedido el examen y saben que, de todos modos, no les proporcionarán los resultados. Éstos irán al DSE. Berta y Ángel son enviados a celdas penitenciarias semioscuras donde permanecerán retenidos hasta la mañana siguiente. Los llevarán en coche y los dejarán cerca de su casa, que también sirve como sede nacional de las Damas de Blanco, un grupo disidente que lleva realizando protestas pacíficas en apoyo de los presos políticos desde 2003.
Hay pequeñas diferencias cada semana.
A veces llevan a Berta y a Ángel en el mismo vehículo a la comisaría de la PNR; a veces los obligan a subir a coches separados.
Algunos domingos en la celda de Berta le dan un colchón infestado de chinches, otros domingos no le dan absolutamente nada.
Algunos domingos, a Berta se le niega el agua, otros domingos sólo se le permite saciar su sed a discreción de los guardias de la prisión.
En una ocasión, la obligaron a desvestirse y ponerse en cuclillas. Berta se negó.
A Ángel le ordenaron que se quitara las chanclas, exponiendo sus pies a la suciedad del suelo de la celda de la prisión.
En una ocasión, un oficial del DSE ordenó a los guardias que lo tiraran al suelo. Uno de los guardias presionó su rodilla contra la espalda de Ángel mientras otro le dobló la pierna derecha y le torció dolorosamente el tobillo. Le jalaron de los brazos fuertemente detrás de la espalda, causándole laceraciones e inflamación en las muñecas.
Algunos domingos, a Berta y a Ángel se les ordena firmar un Acta de Advertencia, una especie de orden de arresto previa, por los futuros delitos de falta de respeto, desobediencia y alteración del orden público. Siempre se niegan.
A veces les imponen una multa. La cantidad varía. Podría ser de 150 CUP o de 30 CUP.
Ambos son liberados entre las 5:45am y a las 11:50am de la mañana siguiente.
A Berta y a Ángel nunca se les permite una Biblia ni nada para leer.
Como una versión oscura de la película de 1993, El día de la marmota, Berta revive el mismo día cada domingo, una y otra vez.
Berta no es la única que experimenta está misma serie de eventos todos los domingos.
Cada semana en La Habana, Gladis Capote Roque, María Josefa Acon Sardiña, Marieta Martínez Aguilera, Yolanda Santana Ayala, y Zenaida Hidalgo Cedeño son detenidas durante las horas de la misa del domingo por la mañana para impedirles asistir a la Iglesia de Santa Rita de Casia.
Cada semana en Santa Clara, Villa Clara, lo mismo sucede con Marbelis González Reyes y Yaima Elena Pérez López Cedeño, cuando intentan ir a la Catedral de Santa Clara de Asís.
Cada semana en Banes, Holguín, Marexis Luzsao Tamayo y Yaimara Vargas Arango son detenidas durante las horas de la misa matutina del domingo para impedirles asistir a la Iglesia Nuestra Señora de la Caridad.
Y, cada semana en Cárdenas, Colón, Perico y Unión de Reyes, Matanzas, Amada Rosa Herrerías Rodríguez, Asunción Carrillo Hernández, Caridad Burunate Gómez, Elsa Osiris Castro Palau, Julia Silvia González Fundora, Lazara León Cabrera, Lazarahy Valido Cambert, Leticia Ramos Herrería, Marisol Socorro Fernández, Maritza Acosta Perdomo, Mayra García Álvarez, Mercedes De la Guardia Hernández, Mercedes de la Caridad Bacallao de la Guardia, Odalis Hernández Hernández, Ramona Terrero Batista, Rebeca Santos Hernández, Sonia Álvarez Campillo, Soraya Vicencio Campos, Yesenia Campillo García y Yudaixis Pérez Meneses son detenidas durante las horas de la misa del domingo por la mañana para impedirles asistir a la Iglesia de la Inmaculada Concepción.
Ellas normalmente son arrestadas en el momento en que salen de su casa, o a unas cuantas calles de camino a la iglesia.
Es posible que las lleven a un centro de detención del DSE o a una comisaría de policía local, o que las obliguen a sentarse, esposadas, en el interior de un vehículo policial aparcado al sol, con las ventanillas subidas y sin acceso al agua.
Es posible que les impongan una multa.
Es posible que les permitan abandonar el centro de detención para volver a casa, o que las obliguen a salir de las zonas urbanas para que encuentren por sí solas el camino a casa desde lugares remotos.
Los detalles pueden cambiar en pequeñas formas, pero el día es el mismo. Cada domingo, durante los últimos veinte años, el Gobierno cubano ha invertido recursos significativos en todo el país, especialmente en términos de personal y tiempo, para evitar que las mujeres afiliadas a las Damas de Blanco entren a una iglesia, para impedirles que recen ahí y para asegurarse de que no se les permita participar en la confraternidad de los servicios dominicales.
En la película, de El día de la marmota, el personaje de Bill Murray finalmente escapa del ciclo al convertirse en un mejor hombre y declarar su amor por el personaje de Rita. Para Berta y las otras Damas de Blanco, sin embargo, no hay escapatoria. Las únicas lecciones que se pueden aprender son para el Gobierno cubano, que todavía cree erróneamente que la fuerza bruta y la intimidación pueden destruir la comprensión de lo que es justo y verdadero, en una mujer arraigada en su fe.
El Gobierno cubano es implacable, pero también lo es Berta.
Este domingo, entre las 12:30 pm y la 13:00 pm Berta Soler Fernández se preparará. Ella y su esposo, Ángel Moya Acosta, saldrán de su casa, un edificio cuadrado de dos pisos pintado de rojo, con un porche verde claro. Tendrán toda la intención de dirigirse a una iglesia católica romana, en el barrio de Miramar de La Habana, Cuba. La iglesia lleva el nombre de Santa Rita de Casia, la santa patrona de los casos desesperados, del abuso, de la pérdida, de la paz y las causas perdidas. Planean asistir a misa para ofrecer sus oraciones.
Berta estará vestida toda de blanco.
Por Anna Lee Stangl, jefa de abogacía de CSW y líder del equipo de las Américas
Imagen de portada: Berta Soler Fernández y Ángel Moya Acosta en el 3 de marzo de 2024. Crédito: Berta Soler Fernández.