For authorities in Cuba’s prisons, the right to freedom of religion or belief is a tool to manipulate 

It has been understood for decades that conditions in Cuba’s maximum-security prisons are terrible. They have only grown worse over the past few years as the entire country has experienced an economic and infrastructure crisis, with critical shortages of food and medicine across the country alongside the repeat failure of the island’s entire electrical grid, sometimes for days at a time.  

Since 1989, the Cuban government has refused access to the International Committee of the Red Cross to monitor or assess prison conditions. Prisoners are held in unhygienic, sometimes overcrowded conditions, in cells infested with mosquitoes and bedbugs. The food served to prisoners is unpalatable, riddled with insects and worms, and low in nutrition. Despite rampant disease, including tuberculosis, dengue, and dysentery outbreaks, throughout the prison facilities, medical attention is inadequate, if provided at all.  

During the hot and humid summer months, temperatures inside the cells can rise to dangerous levels. Multiple former political prisoners have told CSW that the only water they had extremely limited access to, both for drinking and personal hygiene, was cloudy or dirty.  

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Para las autoridades de las cárceles cubanas, el derecho a la libertad de religión o creencias es solo una herramienta de manipulación

Durante décadas es bien sabido que las condiciones en las cárceles de máxima seguridad de Cuba son terribles. Estas condiciones no han hecho más que empeorar en los últimos años, , pues el país entero está hundido en una crisis económica y de infraestructura, agravada por la escasez de alimentos y medicamentos en toda la isla, aunado a los repetidos fallos de la red eléctrica de la  nación, a veces durante días. 
 
Desde 1989, el gobierno cubano ha negado el acceso al Comité Internacional de la Cruz Roja para supervisar o evaluar las condiciones carcelarias. Los presos se encuentran recluidos en condiciones insalubres, a veces de hacinamiento, en celdas infestadas de mosquitos y chinches. La comida que se les sirve es insípida, plagada de insectos y gusanos, y de bajo valor nutritivo. A pesar de la proliferación de enfermedades, como la tuberculosis, el dengue y los brotes de disentería, en las instalaciones penitenciarias, la atención médica es insuficiente, o incluso nula.

Durante los calurosos y húmedos meses de verano, las temperaturas dentro de las celdas pueden alcanzar niveles peligrosos. Numerosos ex presos políticos han declarado a CSW que el agua a la que tenían acceso,  tanto para beber como para su higiene personal, estaba extremadamente limitada, además de turbia o sucia.  

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