En el Día Internacional de la Mujer, CSW comparte el primero de una serie de testimonios de mujeres en Cuba que han sido victimizadas debido a su religión o creencia. Hoy, hablamos con una mujer musulmana en ese país, cuyo nombre ha sido cambiado por razones de seguridad.
Soy graduada de universidad de nivel medio de artes plásticas desde 1990.
Todo estaba bien hasta que abracé el islam a la edad de 24 años, en Septiembre del 2004. En ese momento yo estaba trabajando haciendo dibujos en el aeropuerto. Cuando me hice musulmana enseguida me expulsaron alegando motivos de seguridad.
Atacada en casa
Más tarde, en 2007, comenzaron a visitarnos los estudiantes pakistaníes que venían desde Santa Clara y otras provincias.[1] A veces pasaban días en casa, y durante todo ese tiempo nuestra casa era vigilada. A veces ponían personas vestidas de civil casi en la puerta, o llegaban grupos de la campaña anti vectores[2] o inspectores de la compañía eléctrica en días y horarios que sabemos no se usan para revisar ningún depósito de agua.
En [ciudad omitida] por ejemplo, comenzó a levantarse un pequeño grupo que nos reuníamos en nuestra casa cada viernes, para las oraciones prescritas así como para estudiar el Corán, los hadices (tradiciones del profeta Muhammad, paz y bendiciones con él) y para aprender y enseñar las bases del islam.
En estas reuniones mi esposo y yo jugamos un papel importante pues nos encargábamos de toda la organización, así como de impartir algunas clases a los nuevos musulmanes.
Esta casa de rezos funcionó hasta el 20 de Diciembre 2017, día en que un agente que se hizo llamar José[3] allanó nuestra vivienda sin orden de registro, alegando que: “seguro que ustedes tienen ahí alguna bomba.” En ese momento, yo me encontraba haciendo una oración, por lo que mi esposo trató de impedir que el agente entrara, pero éste lo empujó tirándole al suelo ocasionándole lesiones en una mano y entró a la fuerza al lugar de oraciones. Ese día se llevaron a mi esposo y lo detuvieron varias horas sin darle asistencia médica.
En algún momento en esos días descubrimos que algunas personas que frecuentaban nuestra casa con el pretexto de aprender el islam, era agentes encubiertos al servicio del G2 [Dirección de Inteligencia]; uno de ellos incluso lo confesó.
Por esta razón y para evitar otros actos de violencia en nuestra casa decidimos cerrar la mussala (casa de rezos).
En muchas ocasiones tuvimos que soportar burlas y malos tratos. En todos los lugares donde llegábamos, no tardaba en aparecer alguien que dejaba notar que estaba allí solo por nosotros. Incluso cuando nos fuimos a vivir a la playa [nombre omitido], allí también éramos vigilados y acosados.
Atacada en el trabajo
En 2007, en la misma época, fui invitada a trabajar como curadora en la galería [nombre omitido], algo que acepté muy contenta porque soy artista independiente asociado al Fondo Cubano de Bienes Culturales, y estoy inscrita como creadora en el Registro Nacional desde que me gradué.
Sin embargo, cuando fui para firmar el contrato en la oficina del Ministerio de Cultura provincial, me dijeron que mi título no era válido, pues yo no había hecho el servicio social, algo que sí hice en el Consejo Nacional de las Artes Escénicas una vez que me gradué. Pero en la Oficina de Artes Escénicas no apareció mi expediente.
[Por eso] fui obligada a hacer dos veces mi servicio social. Esto también sirvió para que no pudiera optar por una licencia de maternidad pagada, debido a que en aquel entonces aquello era solo para trabajadoras y yo “no era [trabajadora] todavía.”
En Agosto de 2008, debido a que mi embarazo llegaba a término (mi hija mayor nació el 30 de Septiembre 2008), logré obtener una licencia sin sueldo valida por un año, siendo que me incorporé nuevamente al servicio social en Septiembre 2009, por lo que a partir de esa fecha empezó a contar mi segundo año de servicio social obligatorio que debía concluir en Septiembre de 2010, pero no me otorgaron la culminación de mi servicio social, hasta el mes de Octubre.
Entre Diciembre 2007 y Octubre 2010, el tiempo que trabajé en la galería [nombre omitido] era acosada constantemente por un oficial que se hacía llamar José, (el mismo que allanó nuestra casa [en 2017]). Siempre venía con el cuento de que quería conocer del islam, hasta que lo encaré y le dije que yo no tenía que hablar con él y que si él quería saber del islam entonces que hablara con mi esposo.
A partir de ese momento [las autoridades] cambiaron la estrategia, haciendo más presión sobre el director de la galería. Como legalmente no podían hacer nada para expulsarme debido a que yo cumplía con todo de manera correcta, el agente José comenzó a decirle al director que no podía permitir que yo me vistiera a la manera islámica y que no podía permitir que yo impartiera conversatorios y charlas sobre arte. Esto era parte de mi trabajo como curadora de la galería, pero ellos continuaron presionando al director para que me expulsara.
Por eso, el director de la galería [nombre omitido], se vio obligado a impedirme impartir conferencias o participar en actividades públicas que eran parte de mi trabajo. Cuando se hacía alguna exposición yo tenía que presentar las obras mucho antes de lo normal, y en ocasiones presionaban a los artistas para que no quisieran trabajar conmigo.

En dos ocasiones logré exponer mis cuadros de arte islámico; pero en las dos veces mandaron a retirar mi obra bajo pretexto de que no tenían nada que ver con la cultura cubana, una cultura heredera de la española quien es hija de la cultura árabe.
En Octubre 2010, la curadora de la galería principal de [ciudad omitida] (centro de arte) me invitó para hacer una conferencia sobre la mujer en la sociedad islámica; la cual no pudo hacerse debido a las trabas impuestas, por personas de mayores rangos en la escena del arte.[4]
La protesta de esta curadora feminista [quien me invitó] le valió la expulsión de su centro de trabajo. Por solidaridad pedí la baja de mi trabajo para no laborar más en centros estatales.
Atacada en todos los aspectos de la vida
Algunos periodistas de la TV querían hacerme entrevistas sobre las exposiciones, pero siempre terminaban diciéndome que si no me quitaba el velo, no grabarían la entrevista y no podría ser invitada a la televisión.
En los hospitales durante el proceso de parto, desnudan a las mujeres. En ese momento una no puede elegir que te atienda solo una mujer doctora, así que estás desnuda frente a un equipo de médicos. Eso para ellos es normal, pero para mi fue humillante. Al pedir al menos que me dejaran cubrir la cabeza con una de esas telas verdes esterilizadas que ello usan, me dijeron que para qué si de todas formas iba a tener mis partes al aire (usaron palabras fuertes).
En 2016 el guardia del banco no me permitió el ingreso sólo por traer el velo. No era la primera vez que iba allí a pagar mi seguro social. Nunca había tenido ningún problema, pero esa mañana simplemente todo era diferente. Al protestar el custodio desabrochó la cartuchera del revólver y para evitar que mi esposo tuviera un problema mayor, decidí retirarme del banco. Fue muy humillante, pero eso pasaba en todas partes donde iba, de pronto todo cambiaba.
Trabajar con el Fondo Cubano de Bienes Culturales me da la posibilidad de poder comercializar mis dibujos en los hoteles. Debido a la creciente necesidad y las dificultades para conseguir trabajo fijo de mi esposo, me he visto obligada a presentarme en los hoteles para tratar de vender mis obras. Para ello tuve que elegir entre usar el velo o poder trabajar. Retomé esa labor en Octubre 2019. Por supuesto en esos hoteles no se me perite realizar las oraciones ni ningún acto de adoración, allí tengo que ocultar completamente mi creencia. Recordemos que estos hoteles son de propiedad de la FAR (Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias), por esa razón estoy segura de que soy muy vigilada, pues para mostrar mis obras, siempre me piden situarme justo en frente de las cámaras de seguridad.
Tengo temor de que si uso mi velo simplemente seguiré siendo humillada y no me siento en salud para eso. Ni siquiera para salir de cuba puedes llegar a un aeropuerto usando el velo sin estar libre de la presión de la seguridad del estado.
“Ser diferente es un delito”
El 31 de enero 2020 recibí en mi teléfono unos mensajes muy desagradables, casualmente minutos después de que los agentes que se hacen llamar Antonio y Paula[5] estuvieran en casa con el pretexto de “hablar sobre la religión.” Sobre estos [mensajes] les hicimos saber a los agentes. Los mensajes fueron mandados desde la Habana y desde números que luego supimos, por nuestras propias investigaciones, que eran de la seguridad [del estado]. Pero los agentes que nos atendían (Antonio y Paula) hicieron como que no tenía importancia. Hoy pensamos que trataron de implicarnos en algo.
No es posible enumerar todo el sufrimiento y la preocupación que tenemos por el futuro de nuestras hijas, en un país donde ser diferente es un delito y eres aplastado. En este país no tenemos derecho a practicar el islam a menos que estés dispuesto a vivir bajo el acoso y la persecución constante del gobierno y sus esbirros.
[1] Cuba aloja una gran cantidad de estudiantes extranjeros.
[2] Nombre que se le da en Cuba a las campañas de inspecciones y fumigaciones regulares contra mosquitos en un intento por combatir brotes de malaria, dengue, zika y otras enfermedades.
[3] Su nombre ha sido cambiado para proteger a la autora.
[4] Nombres y títulos cambiados para proteger a la autora.
[5] Sus nombres han sido cambiados para proteger a la autora.