Tú eres mi otro yo: La importancia de educar a las mujeres mexicanas del futuro

Florinda tenía apenas 11 años cuando su familia fue desplazada de la comunidad de San José Yashtinín, Municipio de San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas, México en 2012. No pudo continuar con sus estudios durante dos años después del desplazamiento de su familia porque el papeleo y los certificados que necesitaba para inscribirse en una nueva escuela se quedaron en el lugar del que tuvo que huir. En 2019 en una entrevista con CSW mencionó que esperaba terminar sus estudios para enseñar a otros niños. 

Otra mujer, Alma, tenía 17 años cuando su educación fue interrumpida después de que su familia fuera desplazada por la fuerza de su comunidad en Tuxpan de Bolaños, Municipio de Bolaños, en el Estado de Jalisco, en diciembre de 2017. Posteriormente no pudo inscribirse en una nueva escuela, por lo que tuvo que renunciar a sus planes de convertirse en enfermera. 

Hace tres años, para conmemorar el Día del Niño en México, Alma viajó a la Ciudad de México para reunirse con funcionarios del gobierno. También se reunió con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) quien lamentó lo sucedido: “Les debemos una disculpa, este país les debe una disculpa… Ciertamente hemos fallado en el proceso, pero estamos aquí para protegerte, para que tu trayectoria en la vida sea lo que tú has deseado que sea“.

Este año, cuando México celebra el Día del Niño, pedimos algo más que una disculpa; hacemos un llamamiento a la acción.

La importancia de abordar la discriminación que sufren los niños de las minorías religiosas, y en particular las niñas, en el entorno educativo sigue siendo tan importante como siempre.

La historia de Valentina

Los estudios han demostrado que las mujeres y niñas indígenas en México enfrentan barreras socioculturales desproporcionadas para la educación.1 En las comunidades indígenas de todo México regidas por la Ley de Usos y Costumbres, las violaciones de la libertad de religión o de creencias pueden exacerbar su difícil situación, especialmente en los casos de mujeres indígenas pertenecientes a una minoría religiosa.

Las violaciones de la libertad de religión o creencia en estas comunidades afectan al derecho a la educación; adoptan tres formas principales: participación forzada en actividades religiosas dentro de un entorno educativo, prohibiciones de que los niños de minorías religiosas asistan a la escuela y desplazamiento forzado debido a creencias religiosas que puede dar lugar a que los niños no puedan continuar sus estudios.

El problema ha continuado durante décadas, impactando negativamente en la vida de las mujeres durante generaciones. Años antes de Alma y Florinda, estaba Valentina, que tenía apenas 14 años cuando a ella y a otros seis niños de minorías religiosas se les impidió asistir a la escuela local en El Chalate, Municipio de Mezquitic en el Estado de Jalisco en 1986, porque sus padres habían abandonado la religión mayoritaria para convertirse en bautistas.

Los padres de Valentina, con la esperanza de que Valentina pudiera continuar con sus estudios, viajaron a diferentes lugares a pie en busca de una escuela para inscribirla, pero ninguna la aceptó. Finalmente lograron inscribirla en un internado, la Misión Católica de Santa Clara, pero la escuela estaba a unos 50 kilómetros de distancia, lo que significa que Valentina solo veía a sus padres los fines de semana.

Valentina apenas había terminado el tercer año de primaria cuando sus padres decidieron retirarla de la escuela como resultado de los largos viajes que habían estado haciendo todos los fines de semana. Nunca aprendió a hablar español, y todavía solo habla su lengua materna, wixárika, porque se perdió años vitales para su educación.

Valentina Vicente de la Cruz

Barreras lingüísticas como estas pueden tener efectos duraderos en la vida de mujeres como Valentina.2 Por ejemplo, cuando CSW se reunió con ella junto con otras 24 mujeres indígenas y dos mujeres mestizas para un nuevo informe innovador titulado “Escúchalas”, aprendimos que la fluidez en español puede ser vital cuando se trata de la capacidad de los pueblos indígenas para abogar por sí mismos.

Por ejemplo, las mujeres cristianas protestantes en otra ciudad del municipio de Mezquitic, estado de Jalisco, sólo pudieron recuperar el acceso a un programa de beneficios del gobierno que se les había negado debido a sus creencias religiosas después de que una mujer pudo redirigir los beneficios a otro municipio a tres horas de distancia. Una participante afirmó que esta mujer pudo influir en este cambio “porque sabía hablar español”.

Muchas de las mujeres con las que hablamos eran analfabetas, o sus niveles de alfabetización eran tan bajos que necesitaban ayuda con la lectura y la escritura, lo que significa que a menudo tendrían que depender de hombres indígenas, que tienen más probabilidades de hablar español, o intérpretes masculinos para comunicarse. En casos como el de Valentina, esto les dificulta compartir honestamente. La vergüenza y el estigma que rodean ciertas experiencias de discriminación y violencia también pueden inhibir a las mujeres de revelar completamente ciertos incidentes. Como resultado, las experiencias de las mujeres con las violaciones de la Libertad de Religión o Creencia que generalmente no se denuncian.

“Escúchalas” buscó abordar esto, llevando a cabo investigaciones a lo largo de 2021 en un esfuerzo por proporcionar a las mujeres, un sector de la población que está marginado de múltiples maneras, una vía para articular y compartir sus propias experiencias a través de intérpretes femeninas.

Sus hallazgos pintan un panorama en el que la capacidad de las mujeres de minorías religiosas indígenas para buscar reparación por violaciones de sus derechos humanos fundamentales, incluida la libertad de religión o creencia, pueden verse afectadas significativamente por sus habilidades lingüísticas y niveles de educación. Las mujeres de minorías religiosas indígenas cuyo acceso a la educación fue limitado o eliminado cuando eran niñas debido a sus creencias religiosas o a las de su familia se encuentran en una desventaja aún más grave.

Acción, no disculpas

Hallazgos como estos resaltan la necesidad de intervenciones gubernamentales que consideren conscientemente las vulnerabilidades y barreras que enfrentan las minorías religiosas indígenas, y especialmente las niñas y mujeres en estas comunidades.  El gobierno en todos los niveles debe garantizar que se brinde igualdad de acceso a la educación a las niñas indígenas, independientemente de sus creencias religiosas, y ofrecer incentivos para frenar las tasas de deserción escolar y promover campañas de sensibilización sobre la importancia de la educación.

Los gobiernos estatales y municipales deben trabajar juntos para intervenir rápida y eficazmente cuando las autoridades locales de las comunidades indígenas establezcan barreras a la educación que afectan a los niños de minorías religiosas y, en casos de desplazamiento forzado, desarrollar soluciones creativas para los padres que intentan inscribir a las niñas en las escuelas locales.

Cuando se trata de mujeres adultas, que, como Alma, Florida y Valentina cuando eran niñas, pueden haber tenido un acceso limitado a una educación debido a varios factores, incluidas sus creencias religiosas, el gobierno debe proporcionar oportunidades de aprendizaje continuo para las mujeres indígenas, especialmente las que abandonan prematuramente la escuela. Del mismo modo, es responsabilidad de los gobiernos Federal y Estatal ser proactivos para llegar a las mujeres en estas comunidades para garantizar que los mecanismos de justicia sean entendidos y accesibles para todas las mujeres de minorías religiosas indígenas en México.

Al compartir las historias de estas mujeres, la esperanza es que más mujeres se sientan empoderadas al saber que sus historias importan, y aquellos en posiciones de poder reconocerán su responsabilidad de proteger proactivamente los derechos humanos fundamentales de todos.

Todas estas niñas crecerán para ser mujeres algún día, y como nos recuerda el poeta chicano Luis Valdez en su poema sobre el concepto maya de In Lak’ech:

Tú eres mi otro yo.

Si te hago daño,

Me hago daño a mí mismo.

Si te amo y te respeto,

Me amo y me respeto a mí mismo.

Pensamiento Serpentino, Luis Valdez


Por Emily Featherstone, Líder Adjunta del Equipo de América Latina de CSW

Haga clic aquí para leer el último informe de CSW sobre México, titulado ‘Escúchalas’.


  1. Center for Universal Education at Brookings, ‘Understanding Girls’ Education in Indigenous Maya Communities in the Yucatán Peninsula’, 2017, p.4 www.brookings.edu/wp-content/uploads/2017/11/maria-cristina_final_20171101_web.pdf (Inglés)
  2. Si bien los niños de minorías religiosas indígenas también pueden perder la oportunidad de estudiar debido a sus creencias religiosas, los hombres indígenas a menudo dominan más el español que las mujeres indígenas; las responsabilidades familiares y comunitarias significan que es más probable que viajen a las áreas urbanas para comprar y vender productos, obtener trabajo remunerado y llevar a cabo asuntos legales o financieros, todos los cuales se llevan a cabo en español.