En algunos países latinoamericanos, líderes religiosos frecuentemente desempeñan papeles como líderes comunitarios y defensores de los derechos humanos. Como resultado, estos líderes se enfrentan al acoso, la intimidación e incluso la violencia en las manos de actores estatales y no estatales. Durante las últimas semanas CSW ha presentado entrevistas con líderes religiosos quienes trabajan en la región para destacar sus experiencias en la primera línea frente a la libertad de religión o creencia (LdRC).
Yilber es un pastor protestante trabajando en Cuba.
“He conocido tantas amenazas en mi vida cristiana, que sinceramente es imposible enumerarlas. Es algo que quiero ilustrar y para ello no me apoyaré en generalidad alguna o ejemplos abstractos o subjetivos, sino que presentaré las marcas que arrastra mi familia desde que salimos de nuestro pueblo a desempeñar funciones pastorales.

Yilber y su esposa
Soy pastor desde hace nueve años. Me inicié en una denominación naciente llamada “Concilio de Iglesias Cristo Misioneras.” Aunque se supone que en Cuba nosotros, los líderes religiosos, no tenemos un enfoque político al ejercer nuestra labor, siempre tenemos problemas con las autoridades cuando las personas conocen la palabra de Dios, porque eso crea un efecto liberador en ellas.
Y cuando una persona “se libera” de algo en un sistema represivo como el nuestro, las autoridades comienza sus incesantes campañas de odio y discriminación hacia la iglesia.
El gobierno comunista de Cuba abolió desde 1959 la ley de culto que es la que solía regular o permitir el registro de nuevas instituciones religiosas. Solo denominaciones tradicionales como la Iglesia Católica o la Metodista lograron con los años y bajo cierta presión internacional suficiente respeto a su estructura y a algunos de sus edificios. Pero desde ese año hasta la fecha, todos los movimientos religiosos que se han ido estableciendo en la isla, reciben el calificativo de ilegal o iglesia no gubernamental, y somos una espina en la garganta del sistema, pues en un país comunista todo debe pertenecer y someterse ciegamente al gobierno.
En Febrero del 2010 nuestra denominación nos entregó una congregación pequeña -no más de 25 personas- en una comunidad aislada cerca del municipio Sierra de Cubitas en la provincia de Camagüey. No entendíamos -y a la verdad tampoco nos interesaban- los temas relacionados con política. Aun así a las dos semanas de tomar la congregación, tuvimos la visita de un funcionario del gobierno del Ministerio de Justicia del Municipio, llamado Alexander Pairet Saura, acompañado del delegado del Poder Popular. Esta oficina irónicamente debería funcionar en Cuba como un representante de los ciudadanos; una entidad que supuestamente vele por las necesidades del pueblo. Pero en esta ocasión se dedicaron a ejercer presión para que abandonáramos la misión. Nos hicieron firmar una “acta de advertencia” que no era otra cosa que una larga lista de amenazas de todo lo que podría ocurrirnos si no abandonábamos el lugar. Teníamos en ese entonces a un bebé de 10 meses y mi esposa tenía dos meses de embarazo de nuestra hija.
Al día siguiente, fuimos despertados en la mañana por una turba que gritaba a las afuera de nuestra casa, con toda clase de insultos, groserías y amenazas -lo que se conoce en Cuba como un acto de repudio. Nos llamaron desde “traidores a la Revolución” hasta “mercenarios”. También nos lanzaron piedras y una se coló por la ventana y me pegó tan fuerte en la orilla del párpado haciéndome sangrar tanto, que desató llantos de pánico y terror en mi esposa y el bebé.
En este tipo de acciones el gobierno no se involucra públicamente. Los Órganos de la Seguridad del Estado y La Policía Nacional correrían el riesgo de ser observados y exhortados por la comunidad internacional. Para ello, han creado organizaciones civiles, políticas y de masas sub ordinadas del Partido Comunistas como La Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), La Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), Institución Nacional Deportiva de la Revolución (INDER) en esta última el gobierno selecciona a deportistas de combate, karate, judo; lucha libre, boxeo por la fuerza que descargan al golpear. Estos organismos también son llamados Grupos de Respuesta Rápida, y son movilizadas para que hagan el trabajo sucio del gobierno y decir ante la prensa Internacional, que se trata de una reacción del pueblo en defensa de su revolución.
Efectivamente tuvimos que abandonar la comunidad pues el gobierno tomó medidas severas contra nosotros, al extremo que ni el médico del único consultorio de la zona quería atender a mi esposa embarazada, porque se lo prohibieron. Todo era muy difícil. El odio de toda la gente estaba presente. Desde aquellos que nos vendían los alimentos en bodega, hasta el conductor de la única carreta de transporte. El mayor daño lo sufrió la congregación ya que por miedo a represalias, los feligreses nos abandonaron por completo.
Como no teníamos casa, aceptamos la ayuda de un pariente y regresamos a Nuevitas, nuestra ciudad natal, en el norte de Camagüey. A finales del 2011 hicimos un convenio verbal de compra de un cuartico pequeño aunque sin condiciones habitables, pues no tenía baño. Pero a pesar de que ya estaba en vigencia la Ley de Compra y Venta de Viviendas en Cuba, los dueños de repente se negaron a legalizar la compra y comenzaron con amenazas de desalojo. Para nuestra sorpresa, tres autoridades de gobierno habían amenazado a mi casero, para que no nos vendiera la propiedad: la Directora de Vivienda, la Jurídica y una inspectora de nombre Maité. Nos amenazaron incluso con involucrar a la Policía de Menores, pues decían que nos iban a quitar a nuestros hijos. En medio de esa situación un amigo que sabía de la cuenta de Twitter de Radio Martí les informó del desalojo y Radio Martí hizo tanto retwits que evitó el desalojo.
Parecían habernos dejado tranquilos por un tiempo hasta que en Mayo del 2012, decidimos abrir nuestra casa para que algunos creyentes comenzaran a congregarse de nuevo. Entonces comenzó otro tipo de ataque, esta vez contra nuestros feligreses.
Poco después durante una campaña evangelística, 20 personas decidieron ser parte de nuestra congregación. A la semana siguiente les visitamos uno a uno, y nos quedamos asombrados de saber que la Seguridad del Estado se nos había adelantado y había visitado a cada uno de ellos para amenazarles con, desde perder sus empleos, hasta ser apresados si continuaban reuniéndose con nosotros.
A lo largo de todos estos años, hemos experimentado violencia de todo tipo; pero lo que más ha dañado a mi familia -en especial mis hijos- es la discriminación y el odio que reciben de parte de la gente con la que necesariamente interactúan. Los mismos maestros del sector educativo constantemente les tratan con golpes y levantan contra ellos malas recomendaciones de un maestro a otro; de un grado a otro. Incluso han logrado sembrar el menosprecio en sus propios compañeritos de estudio. Esto está causando mucha frustración en los niños; muchas veces los he visto llorar, porque se esfuerzan demasiado para ser de los mejores estudiantes y nunca son reconocidos por sus maestros.

Los hijos de Yilber
Desde muy pequeños los niños y niñas en edad escolar son motivados a convertirse en “Niños Pioneros Comunistas”, un título con el que el gobierno comienza a adoctrinarles con su ideología. Cada pequeño recibe una pañoleta azul que portan con orgullo. Somos muchos los padres que no hemos permitido que nuestros hijos usen esa insignia, pero no usarla es motivo de constante discriminación y nuestros hijos lo asumen con dignidad.
El 8 de enero del 2016, uno de nuestros templos en la provincia de Camagüey fue destruido. Yo me había trasladado hacia allá para apoyar en aquel lugar, y cuando regresé a casa me encontré a mis dos hijos en la calle descalzos porque la policía había irrumpido en mi hogar y se había llevado detenida a mi esposa, dejando a los dos niños de 5 y 6 añitos de edad en la calle.
A partir de este suceso el crecimiento de la iglesia que pastoreábamos se estancó a tal grado que nos resultaba ilógico continuar intentando el trabajo pastoral, pues cada vez eran menos los fieles y todos ellos bajo amenazas de las autoridades, quienes se enfocaban en crear campañas difamatorias contra nosotros. Decían que éramos terroristas, mercenarios y traidores de la patria.
Para ese entonces ya habíamos cambiado de denominación religiosa pues pensamos que la persecución se debía mayormente por esa razón. Desde el 2014 pasamos a formar parte del Movimiento Apostólico de la Red Apostólica Internacional “Fuego y Dinámica”, pero lejos de disminuir la persecución fue todo lo contrario. Llegó al punto que nuestro líder el Apóstol Bernardo de Quesada Salomón nos sugirió dejar el ministerio por un tiempo, y tuvimos que delegar los pocos miembros que nos quedaban a otro pastor de la ciudad. El descanso nos fortaleció como familia y tres años después, en 2017, nos llenamos de fe y coraje y abrimos la iglesia nuevamente; ésta vez trabajando de forma casi secreta en pequeños grupos celulares y en diferentes lugares de la ciudad. Para cuando lo hicimos público contábamos ya con más de treinta fieles. Y aunque no se detuvieron las amenazas de demolición y el hostigamiento hacia nosotros, las autoridades no nos han podido volver a frenar. Ha sido constante y no parecen detenerse.”
One thought on “En la línea del fuego frente a la LdRC: “El odio de toda la gente estaba presente.””
Comments are closed.