La represión estatal no conoce ideología 

El 12 de mayo, una comunidad rural de El Salvador se reunió en una protesta pacífica para reclamar sus derechos sobre la tierra. En cuestión de horas, el gobierno respondió con acciones antidisturbios y detenciones, sembrando el miedo entre las familias presentes. Así es como reaccionan los regímenes autoritarios, independientemente de su postura política.  

En un mundo tan polarizado como el actual, es fácil etiquetar a los enemigos por su ideología. Cuando pensamos en autoritarismo, nuestra mente puede saltar a la derecha o a la izquierda. Pero más allá del nombre del partido o de la retórica, hay una reacción universal: el impulso de silenciar a quienes cuestionan la injusticia.  

En las últimas semanas, dos casos de extremos opuestos del espectro ideológico lo han hecho evidente. En uno, un pastor de un país con un gobierno de la derecha fue detenido cuando intentaba proteger a su comunidad de un desalojo injusto. En el otro, dos pastores que viven bajo un gobierno izquierdista fueron detenidos por hablar de la justicia de Dios en defensa de su hijo ante un tribunal militar. Aunque los contextos fueron difieren, los cargos eran similares: «desorden público» y «resistencia a la autoridad». También se incluyó el cargo de «falta de respeto» en el primer caso, y «desobediencia» en el segundo. Ninguno de los dos gobiernos toleró que voces independientes plantearan inquietudes morales.  

El pastor José Ángel Pérez y la criminalización de la conciencia  

En El Salvador, el pastor José Ángel Pérez se unió a una sentada pacífica junto a familias de la Cooperativa El Bosque de El Salvador. Su objetivo era pedir al gobierno que detuviera una orden de desalojo injustificada que amenazaba con desplazar a toda la comunidad de 297 familias. Las familias habían cultivado estas tierras durante más de cuatro décadas -tierras concedidas originalmente a través de la reforma agraria- y corrían el riesgo de ser subastadas tras una serie de maniobras legales corruptas.   

Lo que siguió fue un brutal despliegue de represión estatal. Las fuerzas policiales, respaldadas por unidades militares, dispersaron violentamente la protesta. Aunque la constitución salvadoreña garantiza la libertad de expresión, la Policía Militar amenazó a la comunidad con multas, remolcó sus vehículos, confiscó documentos de identidad y detuvo a los líderes tras pedirles que «sólo hablaran».  

El pastor Ángel Pérez, respetado líder espiritual y presidente electo de la cooperativa, fue detenido sin orden judicial. Hoy sigue detenido.  

El impacto de su detención ha sido profundo. Durante más de 25 años, Ángel Pérez ha servido como pastor de una iglesia afiliada a la Misión Cristiana Elim y también ha sido un firme defensor de su comunidad, denunciando fraudulentos acuerdos sobre tierras de El Bosque, un bosque en el Departamento de San Salvador, junto al barrio Residencial Santisima Trinidad, y muy cercano a la residencia del presidente de la República, Nayib Bukele, y la Comunidad San Francisco, amenazada con su desplazamiento a través de injustas resoluciones judiciales que lo han permitido.  

Algunos residentes se han escondido después de que la policía viniera a buscarlos, mientras que muchos otros tienen demasiado miedo para asistir a la iglesia. Con la detención de su líder de mayor confianza, la comunidad ha quedado conmocionada e insegura sobre lo que pudiera ocurrir después.  

El pastor Ángel Pérez es detenido el 12 de mayo.

Durante semanas, el Estado prohibió incluso a los abogados del pastor Ángel Pérez que lo visitaran. No fue sino hasta el viernes 30 de mayo, cuando se les permitió por fin hablar con el pastor durante una vista judicial, en la que un juez presentó formalmente los cargos contra él. A pesar de que sus abogados presentaron una amplia justificación legal para su libertad, el juez denegó la petición.  

El 3 de junio, el pastor Ángel Pérez fue trasladado de una celda de la policía local, al Centro Penitenciario La Esperanza de San Salvador; una prisión de máxima seguridad, emblemática por la severidad con que El Salvador aborda la delincuencia y ampliamente criticada por su grave hacinamiento, sus condiciones inhumanas y los informes de muerte en ese lugar.  

Su familia se encuentra a horas de distancia de él, y está obligada a viajar para entregarle alimentos y artículos de higiene personal. Su traslado no es un incidente aislado, sino que refleja una pauta más amplia bajo el actual «estado de emergencia» del presidente Nayib Bukele declarado en 2022, en respuesta a un repunte de homicidios presuntamente cometidos por bandas. Esta política ha llevado al encarcelamiento masivo de más de 85.000 personas y ha suscitado críticas internacionales por detenciones arbitrarias, hacinamiento y denuncias de tortura y muertes bajo custodia.  

El pastor Pérez, líder comunitario sin antecedentes penales, se enfrenta ahora a seis meses de prisión preventiva mientras continúa la investigación. Sus abogados siguen apelando y solicitan alternativas como el arresto domiciliario.  

Todo ello por defender pacíficamente a su comunidad.  

Reflejos represivos, independientemente de la afiliación política  

El Salvador se presenta hoy como un bastión de la ley y el orden bajo un presidente populista de derechas. Sin embargo, la represión de los líderes religiosos no es exclusiva del país. Aunque el contexto y la ideología pueden diferir, pocos días después de la detención del pastor Pérez, se produjo una historia similar en Cuba, esta vez bajo un gobierno que lleva décadas gobernado por un partido único y que se presenta como socialista y revolucionario. También allí, una pareja de pastores fue castigada no por algún acto de violencia, sino por invocar sus creencias religiosas frente a la injusticia del Estado.  

El 19 de mayo, los pastores cubanos Luis Guillermo Borjas y Roxana Rojas fueron detenidos tras hacer referencia de Dios, durante el tribunal militar contra su hijo, quien estaba siendo juzgado por intentar eludir el servicio militar obligatorio, a pesar de tener una exención médica. La pareja fue acusada de desacato y desobediencia a las autoridades, por lo que los fiscales solicitan una sentencia de ocho años de prisión. Su juicio se ha aplazado indefinidamente, sin que las autoridades cubanas hayan dado ninguna razón, por lo que sobre ellos se cierne la amenaza de una posible pena de prisión.  El pasado 9 de junio, su hijo de 19 años fue condenado a cuatro años de prisión y trasladado al Guayao, una cárcel de máxima seguridad y una de las más represivas de Cuba, donde es casi imposible que sus padres lo visiten. 

Los pastores Luis Guillermo Borjas y Roxana Rojas.

Ideológicamente, El Salvador y Cuba no podrían parecer más diferentes. Sin embargo, ambos exhiben los mismos reflejos cuando se enfrentan a la disidencia pacífica, especialmente por parte de actores religiosos. Las mismas tácticas -vigilancia, acoso legal, acusaciones penales por «desorden público» y uso de la policía para enviar un mensaje- se despliegan con una similitud escalofriante.  

Debemos tener cuidado de no asumir que la represión gubernamental adopta solo una forma política. Ya sea que se presente en el lenguaje del nacionalismo o del socialismo, cualquier gobierno que castigue la protesta pacífica y suprima las voces independientes no debe quedar sin reclamo. 

La libertad de religión o creencia va más allá del derecho al culto, incluye la libertad de vivir las propias creencias en la vida cotidiana. Cuando se encarcela a pastores por apoyar a sus comunidades, todos los que valoran los derechos humanos y la democracia deben responder, no con lealtad política, sino con compasión y unidad.  

Por Becky Oswalt, voluntaria de CSW 


Oración, labor social, libertad de expresión: el gobierno cubano no tolerará la verdad

Una iglesia de tamaño mediano, ubicada en una población que enfrenta importantes dificultades económicas y sociales, organiza un servicio de oración vespertino entre semana. Los miembros de la iglesia asisten y participan en una serie de momentos estructurados de oración. A veces oran en silencio, otras veces el pastor los guía en la oración, en una sesión se reúnen alrededor de la bandera nacional para orar por las necesidades que enfrentan las personas en su comunidad y en su país. Sus oraciones hablan de necesidades fundamentales: alimentos, medicinas, la reducción de la delincuencia y la provisión de servicios básicos para todos. 

En otra parte del país, un pastor de una iglesia toma medidas para cubrir una necesidad específica en su comunidad, que también atraviesa dificultades. Junto con los líderes de la iglesia, coordina una colecta general para cubrir las necesidades. Los miembros de la iglesia, y muchos en la comunidad en general, se unen al esfuerzo y juntos logran reunir paquetes de artículos esenciales para entregar a los más necesitados.  
 
Ninguno de estos escenarios llamaría tanto la atención en la mayor parte del mundo. Quienes no comparten la fe de los involucrados podrían considerar algunas prácticas un tanto extrañas, pero no perjudiciales. Sin embargo, no es así en Cuba, donde el simple acto de orar por el país, especialmente junto con el uso de la bandera nacional, y cualquier esfuerzo de un grupo religioso por satisfacer las necesidades urgentes de la población, enfrentan la hostilidad del gobierno, que amenaza cada vez más con cargos penales a los líderes religiosos que organizan tales actividades. 

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A un año de que más de 170 protestantes fueran expulsados de sus hogares, las autoridades del Estado de Hidalgo, México, deben tomar medidas para proteger a esta minoría religiosa

A finales de 2015, Rogelio Hernández Baltazar regresó a su comunidad en Rancho Nuevo, municipio de Huejutla de Reyes, estado de Hidalgo. Había pasado varios meses trabajando en los campos de Coahuila, en el norte de México, porque no había oportunidades de trabajo ni de generar ingresos para mantener a su familia en su propio pueblo. 

Esta vez las cosas fueron diferentes; regresó a su comunidad transformado tras años de lucha contra la adicción al alcohol y controlar la ira. Mientras trabajaba en Coahuila, un colega lo invitó a la Iglesia Bautista Fundamental local, donde decidió entrar al cristianismo. Lo que no sabía era que esto le traería graves consecuencias en su comunidad. 

Cuando Rogelio regresó a casa, las cosas parecían no haber cambiado mucho, pero algo dentro de él sí. Solo llevaba dos meses asistiendo a la iglesia en Coahuila, pero al regresar a su comunidad indígena náhuatl, la gente notó un cambio tan significativo en él, que empezaron a preguntarse qué le había pasado en su lugar de trabajo. Con la poca comprensión que tenía, Rogelio comenzó a explicar que su cambio radical se debía a lo que había leído en la Biblia, así que invitó a la gente a participar en estudios bíblicos en su casa. 

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Por más que lo intente, el gobierno de Nicaragua no puede hacer desaparecer la evidencia de sus violaciones a los derechos humanos

El 24 de febrero, el Grupo de Expertos de las Naciones Unidas en Derechos Humanos para Nicaragua (GHREN) publicó su último reporte ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH).  

El GHREN, encargado de realizar investigaciones exhaustivas e independientes sobre todas las presuntas violaciones y abusos de los derechos humanos cometidos en Nicaragua desde abril de 2018, centró su informe en las instituciones y personas responsables de las violaciones en Nicaragua, con un anexo de diez diagramas funcionales “que ilustran las conexiones de iure y de facto entre diferentes entidades estatales y no estatales.” El informe también llamó la atención sobre la estrategia de cuatro fases del régimen de Ortega y Murillo, diseñada para obtener el control absoluto del país, y sobre cómo las recientes reformas constitucionales del régimen otorgan una autoridad ejecutiva sin control.  

Las conclusiones del informe del GHREN se sustentan en más de 1500 entrevistas y 7500 documentos, así como en informes de organizaciones de la sociedad civil (OSC) que han documentado de forma consistente e independiente las violaciones de derechos humanos. CSW, por ejemplo, documentó 222 casos separados que implicaban violaciones de la libertad de religión o creencias (LdRC) en 2024, la mayoría de los cuales implicaban múltiples violaciones y algunos afectaban a miles de personas.

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El pastor Efrén Antonio Vílchez López es una de las cientos de voces independientes que el gobierno nicaragüense se apresura a silenciar. 

El 15 de mayo de 2022, el pastor evangélico-protestante Efrén Antonio Vílchez López fue golpeado y detenido al salir de la funeraria donde trabajaba en San Rafael del Sur, municipio a 50 km al suroeste de la Capital Managua.  

No se le informó de los cargos que se le imputaban, y su familia no supo su paradero durante tres días. Permaneció recluido en la Comisaría de la Policía Nacional de San Rafael del Sur durante más de dos semanas y luego fue trasladado al Sistema Penitenciario Nacional Jorge Navarro, conocido como “La Modelo”. 

Durante su detención, las autoridades no le proporcionaron al pastor Vílchez López, quien padece diabetes e hipertensión, la insulina diaria que necesitaba, lo que puso en peligro su vida y lo obligó a ser trasladado a una clínica para recibir urgentemente tratamiento médico. 

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